¡Cuántos infiernos cruzaste
para estar hoy en los cielos, Belgrano!
Las lunas cubrieron tu desvelo,
los soles bañaron tu camino.
Entre las sábanas tibias
la enfermedad ahogaba tu fe,
la muerte seguía tus pasos
y en el momento menos imaginado,
en los ojos de una joven
viste dulces ángeles
cantar su melodía.
Ya no estabas solo,
el amor penetraba tu piel,
las armas urgían tus pasos,
el calor de los tiempos
desnudaba tus ideales,
la libertad por fin besó tu nombre
y la lucha te cuidó la espalda,
el país es hoy la inmensa tumba
donde tu alma descansa.
Silencioso vas por los pueblos
donde los valientes niños
de todos los tiempos te esperan,
llevas en tus manos la paz
y en el pecho, la bandera.
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